Un grito

 Hoy estoy llorando las astillas que te clavaron 

Mañana clavaré la foto en la que te miro sonreír 

Porque no puedo escribir un poema sin involucrarte a ti, la miseria, la cocaína o la noche.

No puedo escribir un poema sin involucrar la sangre, el vino, la muerte, un desgarro vaginal. 

No puedo escribir un poema sin hacerlo en mi propia piel a estaca.

No puedo.

No puedo hacerlo sin llenarlo todo de rojo tendón.

No puedo hacerlo porque mi depresión devora bolígrafos hasta triturarse los dientes.

Se inserta lápices en las arterias.

Llama mamá a las benzodiazepinas.

Te cose irremediablemente a mi lengua materna.

Me deja huérfana en palabras.

Grita las vocales de tu nombre 

deja pasar el silbido estridente del viento entre ellas 

Me hace llorar

Repito

Me hace llorar

Y cuando no quieres me haces llorar

y hasta cuando me quieres 

me haces llorar 

No puedo escribir un poema porque no escribes 

Porque no me escribes.

Porque no me vacunas de la rabia

ni me pones un collar con mi nombre

y tu número de teléfono 

porque no te importo 

porque te doy y te doy y te doy 

y te doy igual

Porque salir de la cama se ha convertido en entrar en un campo de minas pise donde pise me explotan voces de actores secundarios en la cara y me dan la espalda.


No puedo escribir un poema sino arañarlo hasta limarme los dedos en los árboles,

a ver si escribiendo tu nombre tallo un hogar. 


Pero sólo me quedan las astillas, la foto y un holograma de tu sonrisa.


Y con eso:

no se puede escribir un poema. 

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